LA GUERRA DEL INSTITUTO - CAPÍTULO 4: UN GRAN CAMBIO.

Nunca había hablado con ella, solo el típico hola y adiós.
Estaba muy nervioso aquel instante.
-¿Michee? Michelle -me costó decir su nombre. Ella me miró con sus ojos verdes como el césped en primavera.
Sin embargo, ella negó con la cabeza para sí y se fue corriendo, llorando...
-Solo te quería decir hola...-me dije con un gesto de derrota y la dejé marchar.
Michelle era una chica poco usual. Tenía un cabello castaño claro larguísimo que llegaba hasta su cintura. Una cara perfecta donde las haya y un cu... ¡Mejor paro, no hay que fijarse solo en lo físico!
Me encantaba que fuera tímida...
Pasó tres semanas, cuando la volví a ver.
Teníamos que empezar bien la liga. El Real Madrid CF ganó la temporada pasada y venía fuerte. Marcel, Sergio y yo sabíamos lo que significaba el partido. ¡Podíamos dar la sorpresa!
Fue un partido plasta, de esos que no hay jugadas claras y ni hay goles. Al menos, quedamos empate a cero. ¡Un punto frente al Madrid significó mucho para nosotros!
-¡Qué partido más aburrido, colega!- dijo Marcel cuando nos encaminábamos hacia nuestras respectivas casas.
-En fin... No está nada mal para un equipo medio como el nues...-no finalicé de hablar cuando la vi.
-¡Franklin ve! Es tu oportunidad.
Sergio tenía razón. Fui a hablar con ella.
En el instituto, no la había visto en toda la semana. ¡Pregunté a sus nuevos compañeros de clase y me dijeron que faltó a clase dos semanas seguidas!
Esta vez llevaba una parsimonia andando que daba gusto. Se le veía arreglada: llevaba una blusa negra elegante y una especie de falda preciosa.
-Hola, Michelle -saludé con voz resuelta.
-Hohola... Hola, Franklin -me respondió con su tímida voz, pero había dado un cambio.
Hablamos un rato caminando por la calle. ¡Nunca establecí un conversación normal con ella hasta el momento!
¿De qué estuvimos hablando? Pillín, cómo te gusta.
Le pregunté por qué había faltado: dijo que estuvo con arcadas, mareos y diarrea, pero que el lunes no iba a faltar. Hasta me ofreció hablar con ella en la biblioteca donde se iba a reunir con alguien. Después, predominaron los temas de deporte y de literatura.
Sin embargo, no le pregunté que por qué se fue corriendo...
Me despedí de ella en frente de su casa y nos dimos un abrazo. Me sentó... ¡No veas cómo me sentó! Contar más saltaría las leyes de mi intimidad...
La semana siguiente se me hizo corta  de las cosas que pasó: Julia se besó con Albert en el intercambio de clase.
Entonces mi grupillo y yo empezamos a criticar.
Bea que estaba sentada junto a su pareja y mi mejor amigo, dijo que ella no haría eso con su novio en mitad de clase; Jack dijo que era una guarra; Marcel y Christopher pasaban del tema; y yo que estaba sentado junto a Jack, le dije que era verdad lo que él decía.
En esa semana, también hubo discusiones estúpidas entre Pedro y Pablo. Al final siempre acaban besándose en el recreo. Pobre de ellos... Los tontos de turno no paran de meterse con ellos. ¡Los he defendido siempre!¡Viva el amor!
-¿Ricky qué te han hecho? Mejor metete contigo mismo. Das pena la verdad...
Pablo y Pedro me besaban en la mejilla cuando les defendía.
La pareja que hacían me gustaba porque era diferente a las demás.
Tuvimos algunos exámenes también: de la guerra fría en historia; del passé composé en francés; y de sintaxis en Lengua.
¡En este curso no me he sacado chuletas y he sacado más de un seis en cada asignatura!
El viernes de esa misma semana fui a la biblioteca en el recreo. Michelle se encontraba leyendo una novela de Julio Verne frente la estantería de narrativa fantástica.
-Franklin, ven y sientate -obedecí a la condición.
-¿Te terminaste el libro del niño saltarín? -me preguntó con voz baja, ya que nos encontrábamos en un lugar donde hablar está prohibido.
-Claro que sí, ahora estoy con el de Harre Potti... -estaba claro que lo dije mal.
-Harry Potter, querrás decir- me corrigió.
De repente, sonó la puerta... Alguien había entrado. Era Isidro, el empollón de la clase. Bea ocupa la segunda plaza y después no sé...
-Es mi novio, ¿le conoces? Por lo que tengo entendido está en tu clase.
Me clavó un puñal en el corazón cuando dijo aquellas palabras. Por esa razón, estaba tan contenta aquellos días y había cambiado.
Le dije que tenía que ir al baño y asintió.
Al salir por la puerta de la biblioteca, los vi besándose...

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