AEROS, UN MUNDO NUEVO - CAPÍTULO 4: TOCA PASAR PÁGINA

-AEROS, ese es el nombre que está incrustado justo en la mitad -dijo la reportera del canal 1 señalando- los científicos creen que es una especie de transporte a otro lugar... ¿No es así, doctor Wells y Wilson?
-Hemos hecho varias hipótesis sobre esta... Cosa. Pero no hemos llegado a ninguna teoría, en concreto. -dijo encogiéndose de hombros Wells.
-Tenemos que seguir trabajando -concluyó Wilson.


Una cabaña en medio de los montes de Málaga era un lugar perfecto para esconderse. La idea fue del chico recién llegado a la ciudad. Se trataba de una chabola abandonada, pero tenía una televisión y bebidas a su disposición.
-¿Por qué dejaron una televisión plasma en medio de un monte?
Lucas estaba desorientado. Pensaba que iba a rescatar a su amigo, sin embargo se le cruzó una vieja amiga por el camino.
Los dos días que pasaron en el monte fueron largos. Ninguno de los dos hablaban mucho. Sólo lo necesario.
La cabaña disponía de una sola cama y un sofá. Elena durmió en el sofá por cortesía.
-Los científicos estos son más lentos que ver cuatro prórrogas en un día.
El muchacho odiaba las noticias. No las tolera. Él cree que las cosas son del día a la mañana. La chica pensaba lo contrario.
-Lucas, están haciendo su trabajo. Nada más...-le tranquilizó con una voz dulce.
-De acuerdo. Hoy salimos a investigar...¡Coge lo necesario! -dijo pasando de ella.
Era julio por la mañana y hacía terral. Elena decidió quitarse la camisera por el camino y Lucas, también.
Llegaron asfixiados. La motocicleta la escondieron en un lugar seguro, para que los policías no la pudieran coger. ¡Los tenían fichados! Intentaban gastar cuidado en todo lo que hacían.
-Podemos buscar un hostal o algo, para ducharnos aunque sea juntos. Si no hay dos duchas... -dijo con una voz de petición cual bebé pidiendo comida.
-Vaaale. Pero será mejor no utilizar la moto. Llamaremos la atención... -sin embargo, cambió de opinión- O la cogemos para un trayecto corto y después vamos andandito.
Bajaron el sendero de la montaña en moto. Justo al final del camino había una casa. Se tomaron un baño por turnos.
Le dieron gracias a Dios que hubiera agua fría. Se quedaron en la gloria.
Esa casa era mejor que la chabola del monte. Pero bien entrada la noche decidieron volver a la cabaña, según ellos era más segura.
Antes de dormir, decidieron tumbarse en el césped observando el cielo.
-¿Que tal en Cádiz? Algún día tendremos que tener una conversación normal como... Amigos, ¿no crees? -explotó Elena con ganas de charlar con su ´amigo´.
-Tienes razón. En Cádiz bien, pero como Málaga no hay nada. Vivir aquí era mejor que en Cádiz antes de lo de la Gran Bola, claro. -tragó saliva- A veces he pensado en ti, cuando lo...-Elena notó que empezaba a ponerse nervioso- Pero he pasado página. Un pasado que no quiero recordar...
-Ninguno tenemos la culpa -se corrigió- La presión en el instituto nos pudo y para colmo, te tuviste que ir con tu padre a Cádiz. He pensado que tal vez...-la chica se mordió el labio inferior- Podríamos empezar desde cero... Para el bien de los dos, ¿que piensas?
Lucas tardó varios segundos en pensar sobre lo que le acababa de preguntar la chica.
-Deberíamos conocernos mejor. Evitar que sucedan errores del pasado...
No siguió hablando por qué vio a Elena sumida en lo más profundo de los sueños. Le dio un beso en la mejilla.


Hacía una semana de la muerte de Pepa, pero ellos no calculaban cuánto había pasado desde entonces. Fue una muerte inesperada. Encerraron el cadáver en el cuarto de invitados, provisionalmente. 
-Siento muchísimo decirlo, pero huele a muerto... Un olor que no soporto.
Ramón llevaba unos días desesperado por la aroma a caducado que provenía desde aquella habitación.
-Tienes razón, cariño. Vayámonos de este lugar. Cogeré unas cuantas sábanas y lleváremos a mi madre.
Francisca, conocida como la Paca, estaba consumida de aquel lugar tan pequeño comparado con su casa en plena calle Larios. 
Decidieron internarse al gran corredor. Estaba muy iluminado. No había nadie. Absolutamente nadie.
Carlos frunció el ceño, confundido. Lucy, en cambio, estaba feliz como la perdiz.
-Esto es muy turbio. Será mejor que corramos. -razonó el adolescente- ¿Quién sabe si es una trampa?
En frente del pórtico que da la salida, vieron a dos guardas. Dos guardas dormidos. Eso les dio una ventaja considerable para poder salir.
Era un atardecer muy bonito. La familia decidió enterrar a Pepa como es debido, en plena playa de La Malagueta.
-Cómo ella me lo dijo... Gracias mamá por to...-y empezó a llorar.
La familia pasó la noche en un chiringuito.
-Increíble que no haya nadie... ¿Todos están en el gran búnker? Esto es muy extraño.
Lucy estaba de acuerdo con su hermano.
-¿Alguien está tramando algo?
-Ni idea, hermanita.
Estaban sentados bajo una sombrilla de la playa mirando las estrellas.
Carlos estaba decidido a hacer algo, pero no sabía el qué. Se acordó de su amigo que antaño tuvo que ir a la provincia gaditana con su padre...


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